domingo, 18 de mayo de 2014

MAESTRA DE LAS SOMBRAS


Apareciste en mi vida con tu carisma discreto,
deambulabas entre dos mundos,
comprendí que no siempre estabas disponible.
Muchas veces tuve que esperar a que regresaras de los laberintos.
¡Ni cómo interrumpirte cuando estabas en el pantano!
Pero yo podía esperar, como he esperado tantas veces en mi vida.

La Sincronicidad tejió los hilos para que camináramos muy juntas,
como hermanas, cómplices de lágrimas y risas.
Jugamos a ser como ella, tejiendo hilos y entretejiendo historias.
La Magia nos tocó.
Recibimos una encomienda casi sagrada,
la cumplimos y la llevamos al Bosque Prohibido.

Volvimos del bosque por caminos separados,
cubiertas por una niebla espesa que no percibimos.

Algún efecto misterioso produjo en nosotras
porque no volvimos a hablar el mismo idioma.

Me sentí abandonada, quise ponerme el disfraz de víctima
¡pero se había encogido!
Deambulé perdida en la oscuridad de mis heridas,
pero recordé que eran muy antiguas.
¡Se me olvidó que eras la Maestra de las Sombras!

Desde el lugar donde ahora me encuentro,
todo tiene sentido,
incluyendo que no volví a verte.

Seguramente estarás en tu torre.
"Mi deber es permanecer"
me dijiste un día.
Platicarás con tus lechuzas, dormirás junto a tu rey
y vivírás en tu castillo que todo lo abarca.
Escribirás para ti, como lo hacías
antes de conocerme.

Mientras yo, escribiré con nuevas tintas,
honrando mi linaje.
Expandiré mi escritura.
Fue un honor
haber coincidido en el Reino de Anacrón.
Con un final juntas no hubiera yo aprendido la lección.
Después de todo eso fue lo que viniste a enseñarme
que no todos los cuentos terminan en "felices para siempre".

La Magia nos trascendió...

Maestra de las Sombras,
te agradezco,
te bendigo y te suelto.

martes, 13 de mayo de 2014

HONRA A MI MADRE


NUESTRA HISTORIA
 Nuestra historia juntas comienza en tu vientre como un misterio insondable...
Te imagino bella a causa mía, con tu abdomen abultado y tu rostro sonriente.
 Nuestro primer encuentro: el 26 de enero de 1969.
 Infancia:  inocencia, risas, soledad, alegría, juegos, abuelos, amor.
 Adolescencia: desacuerdos, rebeldía, ganas de volar, furia.
 La ruptura era inevitable, arquetípica, necesaria
tarde o temprano la niña se vuelve mujer.
Nos dolió a ambas, fue un desgarro, las dos perdimos.
Pagaste tu precio y yo también pagué el mío.
Lo siento, te amo, perdóname, gracias...
 pero el amor siempre puede volver a fluir.
 Honro la parte de ti, que vive en mí.
Honro la parte de él, que vive en mí.
Te honro y lo honro, los dos tienen un buen lugar en mi corazón.
Tomo la parte que me corresponde y te devuelvo lo que es tuyo.
Cada una es responsable de lo que siente.
Recíbelo por favor y mira con buenos ojos mi vida.
Nuestra historia juntas no ha terminado aún...
 Te honro, te bendigo y te agradezco por la vida que me diste.

Gracias mamá...