martes, 29 de mayo de 2018

CORAZÓN DE MADRE


¿Será la concepción el momento mágico en el que se activa “el corazón de madre”?

El corazón de madre es una obra misteriosa. Tiene mil compartimientos, donde cabe cualquier cosa.
Puede guardar desvelos, cantos, angustias, temores, aprehensiones, velas de cumpleaños, recuerdos, juegos, risas, disfraces, lágrimas, risas ¡hasta reclamos y gratitudes!
Se expande y se contrae. Se adapta y se reparte. Se puede partir en pedazos y volver a reconstruirse. Es el depositario del Amor en una de sus máximas expresiones. Es un Amor Grande. Quizás uno de sus atributos más notables sea la incondicionalidad, que es útil mientras los hijos son pequeños, de ella se sostienen y se nutren pero puede volverse oscura cuando ellos crecen.
Porqué hay veces que amar tanto sofoca, irrita e incomoda. Pareciera irreal que un amor tan grande y puro pueda volverse oscuro. Eso nadie nos lo enseña hasta que los hijos crecen tenemos atisbos de ello, quizás su rebeldía sea una medida.
Entonces el corazón de madre se consterna, ¡no puede ser! Pareciera gritar. Podría volverse ciego y sordo y entonces se vuelve necedad querer cuidar lo que ya no necesita ser cuidado. Se vuelve obsesión si no emprendemos la retirada. Se vuelve tropiezo y obstáculo para ellos. Corren el peligro de quedarse atados a nuestra falda para siempre.
Ahora el amor será dar un paso atrás y dejarlos volar acompañados por el padre, el abuelo, el mentor, el maestro, o quien quiera que encarne la energía masculina. ¿Cuándo y cuánto ha sido suficiente? Cada corazón de madre tendrá que tener el valor de descubrirlo.
¿Y no tendrá el corazón de madre un botón de apagado?
Ojalá la respuesta fuera un “sí” pero en el “sí” original cuando aceptamos la sagrada encomienda  de transmitir la vida, sabíamos que no sería posible. Mientras vivamos, seguirá latiendo por ellos.
¿Qué nos queda por hacer entonces para no enloquecer?
Recoger el corazón de madre y guardarlo en un lugar secreto.
Podemos envolverlo en un suave lienzo, o en una cajita y dejarlo en custodia de una Sabiduría más grande. El camino ya está trazado, las madres que anduvieron antes que nosotras nos dejaron huella. Humildad y rendición son necesarias.
Hoy llevo en mis manos mi cajita, no voy alegre, son las lágrimas quienes me acompañan pero sé del peligro que corren si no lo hago. Entonces una ráfaga de viento parece empujarme, ya no hay retorno. Y en un susurro del aire escucho: “Renacerás como mujer”.