lunes, 19 de diciembre de 2016

EL DESGASTADO DISFRAZ DE MADRE


Aquella mañana un baúl mágico había amanecido en su habitación. La mujer deprimida, se levantó y lo abrió con curiosidad. Dentro había ropajes, disfraces y telas de diversos colores y texturas. Leyó un papel que decía:

“Para usarlos, es necesario que primero empaques tu desgastado disfraz de madre”.

 La mujer deprimida se miró en un espejo y se dio cuenta de que todavía portaba algunas prendas, se había estado quitando varias partes pero cada vez que desprendía alguna le dolía tanto que no terminaba de desvestirse.  Estaba medio vestida y medio muerta en vida. Se miró con detenimiento. Su pelo estaba enmarañado, sus ojos no brillaban y sus ojeras eran como surcos. ¡Qué decir de su piel seca y su mirada perdida! Respiró profundamente y terminó de desvestirse al tiempo que unas lágrimas rodaban por su rostro.
Guardó el disfraz que por tantos años le había dado sentido a su vida. Observó su cuerpo femenino con las huellas de la maternidad en su vientre y en sus senos.  Quizás no era perfecto pero había una belleza en sus curvas y pliegues. Se quedó desnuda un largo rato. Cuando sintió frío buscó en el baúl y se puso lo que parecía un disfraz de amazona. Le quedaba bien y comenzó a sentirse diferente. Recordó todos los planes que puso en pausa a causa de la maternidad. Quizás era buen tiempo para retomarlos. Una luz de esperanza brilló en su atribulado corazón.

Después encontró una capa y un sombrero como de bruja. Con curiosidad también se los probó y una sonrisa se dibujó en su rostro. Simuló tener una varita mágica en su mano y dijo: “Abracadabra”. Acto seguido se sintió conectada a su intuición, su sabiduría interna despertaba de su letargo. Una nueva comprensión le llegó. Ya no tenía sentido querer cuidar algo que no necesitaba ser cuidado. Si se empeñaba en hacerlo, su amor se volvería oscuro y sofocante. Podría destruir lo que tanto amaba.

Las telas rojas que quedaban en el baúl llamaron su atención. Era un vestido rojo de velos con brillantes lentejuelas. Cuando se lo puso se sintió sensual. Comenzó a bailar y a cantar. No podía parar. Una risa curativa salió de lo profundo de su alma. ¡Hace tanto tiempo que no reía! Una nueva energía le recorría el cuerpo. Se sintió creativa y vibrante.

¡Había magia en aquellos atuendos! Al fondo del baúl encontró otro mensaje:

“Puedes volver a vestirte de madre y sentirte deprimida el tiempo que quieras”.

-          ¡No, ya tuve suficiente!-

Miró en retrospectiva el tiempo que había dedicado a sus hijos. ¡No lo había hecho nada mal! Eran jóvenes con unas incipientes alas pero con muchas ganas de volar. Comprendió que para que esas alas crecieran, ella necesitaba alejarse y darles espacio. Ahora sabía que con la ayuda de lo masculino, sus hijos podrían desplegar sus alas. Lo que tenía que darles, ya se los había dado. Ahora necesitaban salir al mundo sin ella. Juntó sus manos y haciendo una pequeña reverencia dijo:

-          Hijos míos tienen mi bendición.-

Acto seguido una luz la envolvió y se sintió reconfortada. Faltaba poco para que sintiera fortaleza y fuera en busca de sus sueños.
Su deseo más profundo la esperaba del otro lado del arco iris.
Pronto emprendería un viaje iniciático.  
 

Imagen tomada de internet
 

sábado, 17 de diciembre de 2016

¡UN MITO VIVO!


El invierno es ya inminente. La temperatura desciende. Es el tiempo en que las semillas se guardan en la tierra y parece que todo muere. Las hojas de los árboles desaparecen y el paisaje cambia. Las luces artificiales están por todas partes, nos perdemos en el ajetreo de las compras, surgen también los sentimientos encontrados y en medio de todo esto, el vaivén de la gente es a veces insoportable.

Y es ahí donde te encuentro, sentado en una banca del centro comercial mientras esperas a alguien. Me siento junto a ti.

-         No sólo se trata de una celebración o de compartir los alimentos.- Te digo.

Me miras con extrañeza.

-         ¡La Navidad! Es algo mucho más profundo.-

-         A mí me hace sentir nostalgia.- Me dices.

-         ¡Ah! Entonces para ti es este regalo.- Te digo al tiempo que te entrego una pequeña puerta de juguete.

-         ¿Qué es esto?-

-         La puerta de la Magia y la Fantasía..-

Curiosamente, la tocas con tu dedo índice y una ráfaga de viento nos envuelve. Cuando nos recuperamos ya estamos en una tierra muy lejana. Caminamos desconcertados, de pronto una gran estrella se postra sobre nosotros iluminando nuestros pasos.  Vemos a la distancia una multitud congregada alrededor de un pesebre. Nuestros corazones dan un vuelco.

-¿Será posible?- Me preguntas con la inocencia de un niño.

Nos acercamos con Asombro. Huele a incienso y mirra. Tres viejos sabios acaban de entregar sus cofres en señal de adoración al pequeño niño envuelto en trapos, quien reposa sobre un montón de paja. Su madre, lo mira con embeleso y su padre, con orgullo. Nos quedamos mirando al recién nacido. Parece como si toda la Creación estuviera en él contenida. Sus ojos parecen contar una larga historia. Su vida humana apenas comienza aunque ya existía antes de todo.  “Al principio ya existía la Palabra”. “La Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios”. Imposible para la razón de comprenderlo, por eso le han llamado “El Misterio de la Encarnación”. “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”. ¡Sí! La Divinidad compactada para acortar la distancia, para acercarse a nuestro quebranto y oscuridad, para restaurar nuestros corazones rotos y trazar el camino de vuelta. ¡El Amor en su máxima expresión! Un rayo de luz desciende y nos envuelve a todos. Nos sentimos bañados de Esperanza. No importa lo confundidos que estemos en la oscuridad de nuestros laberintos, el Amor de ese momento se hace eterno y nos conforta aquí y ahora. ¡Es un mito vivo!

 El niño crecerá y habitará en su morada cósmica para seguir restaurando la obra quebrantada que representa la raza humana, hasta el final de los tiempos.

Otra ráfaga de aire nos hace cubrir el rostro. Regresamos al centro comercial. Nos miramos sin decir nada.

Hemos recobrado el simbolismo profundo de la festividad: ¡Volver a nacer en el amor! Y aunque no te conozco te abrazo y te deseo luz en tu camino. Tú me abrazas y me dices: ¡Feliz Navidad!
 
Imagen tomada de internet
           

lunes, 28 de noviembre de 2016

EL LABERINTO DE LA NECEDAD


Aquella mujer ya llevaba demasiado tiempo perdida en el Laberinto de la Necedad. Con el alma desgarrada por el dolor, ya rayaba en la locura. No dejaba de pelearse con su historia personal, con lo que había sido y consideraba erróneo.

Había confeccionado con sus propias manos un horrible banco de madera podrida con las patas chuecas y los clavos oxidados. Era el banquillo de los acusados. Su lista de culpables, era larga.

Comenzó por sentar a su padre, después siguió con su madre, su esposo, sus hijos y todo aquel que creía responsable de su desgracia. Con su dedo inquisidor los acusaba de no ser feliz, de no tener lo que necesitaba, los culpaba de sus vacíos interiores, sus fracasos y ¡hasta de sus enfermedades! La mujer en vez de sentirse liberada, se sentía cada vez más iracunda y desesperada.

Su dolor no era ajeno para Jeshua, el Maestro del Amor quien desde su morada cósmica seguía restaurando los corazones rotos. Ese día había enviado un Rayo de Claridad al planeta azul. La poderosa luz se expandió hasta lo profundo de la tierra. El laberinto de la Necedad también se iluminó. Aquel rayo, tocó el adusto rostro de Eva quien yacía agotada en el suelo. Abrió los ojos, ya iba a maldecir aquella luz pero el calor que emanaba el rayo, la confortó. Sin saberlo, la luz cósmica había cambiado su mirada. Cuando volvió a recordar su historia personal se dio cuenta de que algo era diferente. De pronto las voces estridentes se habían callado, no sentía la necesidad de cambiar nada. Se dirigió al banquillo de los acusados y casi con horror recordó sus juicios y condenas. El tiempo dejó de ser lineal. La imagen del Crucificado apareció en su mente, sintiendo como si cada uno de sus juicios hubiera sido un martillazo para clavarlo en esa cruz. “No puede ser” pensó. Cayó de rodillas con el orgullo vencido, avergonzada de su actuar y de su ceguera. Lloró hasta vaciarse. El Maestro del Amor con su infinita paciencia la miraba, sabía que en el fondo de la desesperanza, los humanos daban “el giro”.

Eva ya había tocado fondo, su dolor era insoportablemente putrefacto, veneno puro para su alma.

-         ¡Ya ha sido demasiado!- Exclamó con rendición.

 
-         Sólo tú puedes salir de este laberinto.-  Dijo un ser alado que apareció de repente, señalando una puerta.

La mujer comprendió que si no salía por su propia convicción, quedaría atrapada para siempre. Se arrastró como pudo pues poca fuerza le quedaba. Llegó a la puerta y la empujó débilmente. Lo que vio la llenó de Asombro.
 La Sabiduría Divina siempre recompensa a quienes tienen el valor de salir de los laberintos. Su corazón latió con fuerza. Se puso de pie y caminó hacia el futuro donde el Maestro del Amor la esperaba con los brazos abiertos.
El encuentro era impostergable.
 
Texto de Vianey Lamas.

Imagen de Leonora Carrington

jueves, 17 de noviembre de 2016

GRANOS DE MOSTAZA


Aquella mujer estaba hecha una furia. Por donde quiera que pasaba dejaba una estela de enojo. Bastaba cualquier insignificancia para provocar su disgusto. Un viejo búho la observaba desde la rama de un árbol que en el jardín, vivía. Aquella mañana de otoño, la mujer había dejado abierta la ventana de la cocina, después de haber preparado de mala gana el desayuno. El ave aleteó un poco y se posó en el quicio. Menudo brinco pegó la mujer al ver un búho entre las macetas que adornaban su cocina.

-          A veces estamos furiosos para no tocar la tristeza profunda de nuestras pérdidas.- Dijo el ave.

Lejos de sorprenderse porque el ave podía hablar, la mujer puso mucha atención a lo que el búho tenía que decirle.

-          ¿No te sorprende que te hable?-

-          No, de hecho yo solía creer en la fantasía, en los mundos mágicos y en todas esas tonterías.- Explicó la mujer con un tono nostálgico en su voz.

El ave lejos de ofenderse, soltó una discreta risa.

-          La fantasía es mucho más real que tus conflictos.-

-          Parece que todo lo que hago, fracasa.-

-          Todo son experiencias, simplemente querida.-

-          Odio “esto” en lo que me he convertido. De repente mi vida dio un giro abrupto e inesperado. Quise decir “sí”, pretendí no resistirme, pero la verdad es que estoy furiosa.-

El ave guardó silencio como esperando las quejas de la mujer.

-          Me cuesta mucho aceptar los cambios y más si son tan drásticos. Sé que son temporales pero yo estaba tan a gusto en mi mundo conocido.-

-          Ya no podías quedarte donde estabas, la vida te tiene preparada muchas sorpresas.-

-          Quisiera creerte pero estoy tan cansada de esperar. Mi brújula está perdida.-

-          Para la Gran Sabiduría, nada está perdido.-

-          Cansada de volver al mismo punto, a los mismos laberintos y encontrar las mismas sombras. ¡Carajo! Encontrar a la misma tristeza de siempre. ¿No se supone que ya estaba del otro lado de la ventana?-

-          Lo estás querida.-

Tan ofuscada estaba la mujer, que no escuchó la respuesta.

-          ¿De qué ha servido todo mi andar, todo mi trabajo, mi intención, mis letras?  Parece que todo ha sido en vano.-

El ave aleteó y con el movimiento de sus alas, se formó una bella imagen. Efectivamente era una ventana a través de la cual se veía un hermoso jardín. Bajo la sombra de un granado, había una mesa redonda y una silla aterciopelada. Una taza de humeante té estaba listo junto con un papiro, una pluma y unas tintas.

-          Estás del otro lado la ventana pero sigues mirando al pasado, sólo tienes que girarte. ¿Lo recuerdas?  Toma tu lugar, escribana del alma. Deja de distraerte con cosas que no te corresponden. Para dar el gran salto cuántico, tu escritura requiere toda tu atención.-

-          Una vez sentada bajo el granado, recibirás una nueva inspiración.

-          Es demasiado hermoso…

-          ¿Para ser real?-

-          El ave levantó el vuelo.

-          Espera, ¡no te vayas! No me dejes así.-

La mujer sintió un nudo en la garganta, se daba cuenta de su resistencia, de su jaloneo, de su necedad por hacer su voluntad. Una vez más se sentía de espaldas a la Divinidad quienes amorosamente la observaban.

El ave volvió con unos granos en su pico y los colocó cerca de la mujer.

-          -¿Qué es esto?-

-          Granos de mostaza.-

La mujer sabía  lo que significaban.

-          Necesito FE ¿cierto? ¿Ellos te enviaron verdad?-

-          Nunca has estado sola mi querida Lavi. Eres la suma de tus aprendizajes incluidos lo que llamas “fracasos”. NADA ha sido en vano.-

Fue lo último que dijo el búho antes de emprender el vuelo. La mujer tomó los granos de mostaza y los sembró en una de sus macetas.

Aunque no era época de siembra sino de cosecha, las semillas de mostaza tenían la capacidad de florecer en cualquier época del año, sólo necesitaban un corazón fértil para germinar y esta mujer tenía un Gran corazón y una sensibilidad digna de los Grandes Artistas.

Ya faltaba poco para que se reconociera a sí misma con todo lo que la conformaba.
 
                                                                Imagen de internet

LA VOZ SILENCIADA

El dolor de la voz silenciada, era ya insoportable.
Atolondrada y entumecida salió de su oscuridad,
comenzó a subir por la garganta.
Insuflada de aire tomó forma y no calló más.
Se volvió gemido, alarido, grito, reclamo y
después ascendió para convertirse en canto.
Le cantó a su alma y ésta reconoció su voz.
Juntas se quedaron hasta volverse melodía.

                                                                 Imagen de internet.

martes, 26 de julio de 2016

EL SECRETO DEL LOBO (microrrelato erótico)


Seducida por un arrebato, llegué a la madriguera del lobo por mi propio pie. ¿Qué hacía en un lugar tan peligroso?
Su deseo me recorría no sólo la piel, sino también me desnudaba el alma. Su cercanía despertó algo que dormía profundamente en mi interior. Quise salir corriendo, pero no pude huir de lo inminente.
Me tomó la cara, me besó y yo perdí la fuerza entre sus brazos.  Comencé a rendirme en su piel de lobo. Perdí mi inocencia para recordar quién era yo. No sé si  me convertí en loba o él se convirtió en hombre sólo sé que fue licantropía pura.
Aullamos de placer, mis silencios se volvieron gemidos, mi rigidez se hizo rítmica  y mi miedo me observaba ruborizado. Había dejado de tener poder sobre mí.
El lobo y yo nos hicimos eternos. Estallamos en éxtasis. Él ya había perdido su ferocidad, ahora era mío: rendido, manso e indefenso.
Me puse mi capa roja y me despedí sin falsas promesas.

Regresé a mi cotidianidad como una Iniciada.
Llevaba en mi piel, el secreto del lobo.


                                                           Imagen tomada de internet

domingo, 12 de junio de 2016

UN CUENTO JAMÁS CONTADO




Había una vez un cuento que jamás había sido contado. Escrito a dos tintas, de oro y plomo esperaba el tiempo para ser leído. Cyrano, su misterioso autor se había marchado lejos después de terminarlo, así que no habría a quien preguntarle en caso de alguna duda.

El cuento tenía la Sabiduría de los ancestros, el poder transformador de la Alquimia, el Consejo de los ancianos, la Magia de brujas y magos, la Poesía de la luna y la Fantasía del Mundo de los Símbolos. Podía ser interpretado de tantas formas diferentes, dependiendo de los ojos del lector. En un primer plano, parecería solo un conjunto de  bonitas palabas pero para quien era capaz de leerlo en un segundo plano, se revelaría en toda su profundidad.  Estaba lleno de personajes, objetos y lugares extraordinarios.

Quien quiera que lo leyera entraría a un mundo imaginario donde todo tiene un sentido profundo, donde las verdades sagradas son reveladas y donde no hay cabida para el reclamo.

 El protagonista del cuento era el mismo lector. La trama, su propia vida y las hojas en blanco, su destino. Podría recapitular su vida en cuestión de minutos con sólo echar un vistazo. No podría modificar los hechos pero si podría cambiar la mirada poniéndose los lentes mágicos que giran como caleidoscopios.

De las conversaciones con el Vagabundo podría obtener un poco de sana locura, de la bruja beber una pócima y del mago tener una espada o un mapa.   En el descenso al inframundo ganaría humildad y valor. En los laberintos tendría la oportunidad de encontrarse con su sombra y dejar de temerle. En el espejo sería capaz de ver sus reflejos, oscuros y luminosos. Podría enfrentar a  sus demonios más temidos y darse cuenta de que no tienen sustancia. En el fuego sagrado podría quemar lo caduco y putrefacto para renacer de las cenizas. En la Torre ganaría una perspectiva diferente. Podría probarse los mil disfraces y saber que ninguno le pertenece porque la desnudez del alma da ligereza para volar como las aves.

Podría convertirse en rey o mendigo, en  musa o esclava,  en canción o estridencia. Podría honrar las pérdidas y comenzar a callar los gritos de su ego para escuchar los susurros de su alma. Aprendería que nunca está solo y que el valor de la vida radica en su travesía. Conocería el hilo invisible del amor que entreteje todo y a todos.

Y cuando el lector terminara de leer el cuento sabría que: Un poco de magia puede tocar su vida y hacerlo volver a CREER. Y entonces miraría con la inocencia de un niño, actuaría con la madurez de un adulto y amaría con la sabiduría de un viejo y este sería un mundo mejor.

                                                              Imagen de internet