Aquella
mujer estaba hecha una furia. Por donde quiera que pasaba dejaba una estela de
enojo. Bastaba cualquier insignificancia para provocar su disgusto. Un viejo
búho la observaba desde la rama de un árbol que en el jardín, vivía. Aquella
mañana de otoño, la mujer había dejado abierta la ventana de la cocina, después
de haber preparado de mala gana el desayuno. El ave aleteó un poco y se posó en
el quicio. Menudo brinco pegó la mujer al ver un búho entre las macetas que
adornaban su cocina.
-
A
veces estamos furiosos para no tocar la tristeza profunda de nuestras pérdidas.-
Dijo el ave.
Lejos
de sorprenderse porque el ave podía hablar, la mujer puso mucha atención a lo
que el búho tenía que decirle.
-
¿No te sorprende que te hable?-
-
No, de hecho yo solía creer en la
fantasía, en los mundos mágicos y en todas esas tonterías.- Explicó la mujer
con un tono nostálgico en su voz.
El
ave lejos de ofenderse, soltó una discreta risa.
-
La fantasía es mucho más real que tus
conflictos.-
-
Parece que todo lo que hago, fracasa.-
-
Todo son experiencias, simplemente
querida.-
-
Odio “esto” en lo que me he convertido. De
repente mi vida dio un giro abrupto e inesperado. Quise decir “sí”, pretendí no
resistirme, pero la verdad es que estoy furiosa.-
El
ave guardó silencio como esperando las quejas de la mujer.
-
Me cuesta mucho aceptar los cambios y más
si son tan drásticos. Sé que son temporales pero yo estaba tan a gusto en mi
mundo conocido.-
-
Ya no podías quedarte donde estabas, la
vida te tiene preparada muchas sorpresas.-
-
Quisiera creerte pero estoy tan cansada de
esperar. Mi brújula está perdida.-
-
Para la Gran Sabiduría, nada está
perdido.-
-
Cansada de volver al mismo punto, a los
mismos laberintos y encontrar las mismas sombras. ¡Carajo! Encontrar a la misma
tristeza de siempre. ¿No se supone que ya estaba del otro lado de la ventana?-
-
Lo estás querida.-
Tan
ofuscada estaba la mujer, que no escuchó la respuesta.
-
¿De qué ha servido todo mi andar, todo mi
trabajo, mi intención, mis letras?
Parece que todo ha sido en vano.-
El
ave aleteó y con el movimiento de sus alas, se formó una bella imagen.
Efectivamente era una ventana a través de la cual se veía un hermoso jardín.
Bajo la sombra de un granado, había una mesa redonda y una silla aterciopelada.
Una taza de humeante té estaba listo junto con un papiro, una pluma y unas
tintas.
-
Estás del otro lado la ventana pero sigues
mirando al pasado, sólo tienes que girarte. ¿Lo recuerdas? Toma tu lugar, escribana del alma. Deja de
distraerte con cosas que no te corresponden. Para dar el gran salto cuántico,
tu escritura requiere toda tu atención.-
-
Una
vez sentada bajo el granado, recibirás una nueva inspiración.
-
Es demasiado hermoso…
-
¿Para ser real?-
-
El ave levantó el vuelo.
-
Espera, ¡no te vayas! No me dejes así.-
La
mujer sintió un nudo en la garganta, se daba cuenta de su resistencia, de su
jaloneo, de su necedad por hacer su voluntad. Una vez más se sentía de espaldas
a la Divinidad quienes amorosamente la observaban.
El
ave volvió con unos granos en su pico y los colocó cerca de la mujer.
-
-¿Qué es esto?-
-
Granos de mostaza.-
La
mujer sabía lo que significaban.
-
Necesito FE ¿cierto? ¿Ellos te enviaron
verdad?-
-
Nunca has estado sola mi querida Lavi. Eres la suma de tus aprendizajes incluidos
lo que llamas “fracasos”. NADA ha sido en vano.-
Fue
lo último que dijo el búho antes de emprender el vuelo. La mujer tomó los
granos de mostaza y los sembró en una de sus macetas.
Aunque
no era época de siembra sino de cosecha, las semillas de mostaza tenían la
capacidad de florecer en cualquier época del año, sólo necesitaban un corazón
fértil para germinar y esta mujer tenía un Gran corazón y una sensibilidad
digna de los Grandes Artistas.
Ya
faltaba poco para que se reconociera a sí misma con todo lo que la conformaba.
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