martes, 21 de mayo de 2013

MARÍA MAGDALENA

La pluma se sintió mística y la tinta se tiñó de irreverencia...


Has venido de lo profundo del Reino de lo Profundo a iluminar mi camino. Mujer enigmática que guardas en tu corazón, el más secreto de los secretos. Mujer de pisada firme, de cabellos largos, de alma libre, de gran corazón.

 Mujer relegada, juzgada, tratada injustamente, enviada a los calabozos en un intento de ser borrada.  Miles de sentencias han sido dictadas en tu contra por siglos; miles de dedos acusadores te señalan; miles de proyecciones recibe tu bendito reflejo;  miles de falsedades pesan sobre tu nombre; pero tu corazón colmado del gozo exquisito de haber sido la Musa Inspiradora del Verbo Encarnado todavía te alcanza para abrazarlo todo. ¿Quién podría contra la mujer que Jesús siendo hombre amó?

Te amó y no por santa sino por pecadora; por emerger de tu propia oscuridad; por volver de las sombras del pecado; porque vio en ti más que en ninguno tu luz interior. Mujer que ante la magnificencia del Nazareno te arrodillaste a lavar sus pies con tus lágrimas y tus cabellos. Fuiste el espejo mismo done Él pudo reafirmar su masculinidad. Colaboraste en el plan divino al legitimar su humanidad cuando fuiste su motivo. Y aunque no pudiste tenerlo como hombre porque su misión era de otra dimensión, lo amaste y te amó. Compañera de su Crucifixión que junto con su madre, María estuviste presente sin interferir con su Santa Voluntad. Testigo de su Resurrección, te eligió para ser la primera cuando ya estaba del lado de la Gloria.
María Magdalena toma tu lugar, el lugar privilegiado que siempre tuviste para Él. Toma tu lugar en mi corazón y enséñame a estar tan cercana al divino Maestro como lo estuviste tú para que también mi corazón desborde del gozo exquisito de amarlo y pueda servirle en medio de la locura de este mundo caótico. Amén