martes, 28 de enero de 2014

A VECES


A veces profundamente conectada, otras  haciendo corto circuito...

A veces escuchando los dictados del alma, otras los gritos del ego...

A veces luminosa, a veces oscura...

A veces amorosa, a veces rencorosa...

A veces rendida, a veces renegada...

A veces mariposa, a veces oruga...

A veces celestial, a veces terrena...

A veces mujer, a veces niña...

A veces sabia, a veces ignorante...

A veces espejo,  a veces añicos...

A veces certera, a veces temerosa...

A veces musa, a veces prisionera...

A veces reina, a veces mendiga...

A veces tan yo, a veces tan perdida...

Y en este andar me conozco un poco más,

tocando mi sombra y volviendo a la luz iluminando mi  propio camino.

Custodiada por ángeles sigo avanzando hacia el lugar donde la dualidad se funde,
la llaman: la Zona de Milagros.
 

 

 

viernes, 24 de enero de 2014

TIEMPO DE RECONCILIACIÓN

...No, no se trataba de pegar los pedazos de nuestra historia rota, era algo mucho profundo; por eso decidí volver al laberinto, necesitaba ir a los Hornos de la Alquimia. Guardé nuestra historia hecha trozos en una bolsa de tela y bajé al Reino de lo Profundo. Fue relativamente fácil llegar pues ya conocía el camino, aunque no por eso dejaba de sorprenderme. Reconocí el lugar donde estaban mis siete hornos. Escogí uno de los que estaban vacíos y eché uno a uno los recuerdos, los hubiera, las interpretaciones, las mentiras, las cobardías, las soberbias, las suposiciones, las versiones, las expectativas, las ausencias, las creencias, hasta los olvidos.  Era tiempo de reconciliación. Revolví todo con una vara de madera que encontré por ahí y cerré la tapa. Me pinché el dedo con una aguja que llevaba pues sabía que el horno se encendía con una gota de sangre. Poco a poco la temperatura comenzó a subir, ahora sólo era tiempo de esperar. Pude haberme quedado sentada junto al horno pero debía hacer algo más. Crucé los pasillos del  laberinto hasta llegar a la Puerta de la Enfermedad que estaba abierta, parecía que una vez más, tendría algo que enseñarme, pero ahora había una diferencia, no era mi cuerpo el que estaba enfermo, alguien de mi linaje había pasado por ahí. No era mi batalla, ni quería librarla,  pero sabía que tenía la opción de ser una guía en el ya conocido lugar. Podía ser como la luz de una vela que alumbra el oscuro camino, era mi elección. Y ahí en la oscuridad,  una vez más brilló una pequeña luz, era la esperanza de escribir nuevas líneas en nuestra historia. ¿Con qué tinta escribiría al menos la parte que a mí me correspondía? La vida nos daba una última oportunidad, sería el capítulo final...

viernes, 17 de enero de 2014

EL HOMBRE ENCADENADO AL TIEMPO

(Cuento corto)


En el espejo cósmico una  vieja bruja y su joven aprendiz  observaban una escena:
Prisionero de su mente, un hombre estaba encadenado al tiempo. No sabía vivir en el Presente. Se había perdido a si mismo por no querer crecer y se quedó atrapado en un laberinto llamado pasado. La vida continuó, pero él seguía recordando solamente los mejores años de su juventud. No probó del exquisito fruto de la madurez. Casi sin darse cuenta, le llegó la vejez pero seguía aferrado al pasado; entonces llegó la Maestra Enfermedad para darle la lección que nunca había querido aprender: crecer. Quizás sería su última oportunidad de madurar. Extrañamente, dejó de hablar del pasado, ¿habría comprendido finalmente que la vida se vive en presente? ¡No! Ahora se angustiaba del futuro incierto que le depararía su mal. ¡Sólo había cambiado de laberinto!
-¿Por qué no lo ayudamos? quizás podríamos entrar al laberinto y mostrarle la salida.- Sugirió la aprendiz.
-Mi querida niña, una de las lecciones más duras de aprender es que no podemos andar por la vida “salvando” a las personas. No debemos librar las batallas que no nos corresponden. Cada quien lleva en su interior, la fuerza para combatir sus propios dragones. Yo tardé muchos años en entenderlo pero eso me hizo sabia.-
-Entonces ¿no hay nada que podamos hacer por él?- Insistió la joven.
-Le enviaremos unos polvos mágicos, quizás recuerde su heroísmo dormido.- Dijo la bruja complacientemente.
-¿Funcionará? ¿Y si no lo hace?-
-Será su elección, no podemos hacer nada contra el libre albedrio de las personas, es un regalo divino.
-¿Estás diciendo que está ahí por decisión propia?-
-Así es. Ser prisionero del tiempo es una elección, él solo se ha puesto esas cadenas pero también tiene la llave para liberarse. Tal vez cuando el dolor doblegue su ego, surgirá la fuerza que hasta ahora desconoce de si mismo.-
-¿Por qué aprendemos hasta que nos duele?-
-Porque el dolor redime.- Contestó la bruja con sabiduría.
La joven derramó dos lágrimas. La vieja la miró con profundo amor pues sabía que el hombre en el laberinto era su padre.
-Todavía no llega el momento en que esta humanidad esté libre de dolor pero estamos en el proceso, la Creación está siendo restaurada.- Explicó la bruja sin saber si la joven comprendería sus palabras y después agregó:
-Qué no debamos entrar en su laberinto no significa que no podamos enviarle un poderoso rayo de sanación y todo nuestro amor.-
Ambas mujeres juntaron sus manos sintiendo el calor de la energía sanadora y la lanzaron directo al laberinto mientras el hombre dormía en aquella noche de luna llena.  

 


 

lunes, 13 de enero de 2014

AL FIN Y AL CABO SOY UNA SOÑADORA


El hacedor de libros estaba tan ocupado que no había revisado su brújula que le orientaba para buscar los escribanos que le faltaban para cumplir su  encomienda. Debía  reunir textos escritos con plumas de diferentes aves. Cada especie de pluma tenía un poder especial y hacía que su portador se convirtiera en un escribano del alma.  Aunque eran muchos y estaban diseminados por todos los reinos, tenían una misma misión: colaborar con el plan divino del amor, tocando corazones a través de la palabra escrita. El buen hombre ya había encontrado los textos escritos con pluma de águila,  cisne,  búho,  colibrí y gaviota sin embargo, le hacía falta encontrar a los portadores de la pluma de pavo real y de ave fénix.

Mientras tanto, Lavi escribía cuentos de sanación para corazones atormentados, en la pequeña aldea  donde el viento la había llevado. Llevaba algún tiempo sin volar en su globo rojo, algo le decía que debía permanecer ahí. Estaba usando las tintas que le diera el mercader, probando sus poderes ocultos. Ella también tenía una gran encomienda: diseminar la Magia con su pluma de pavo real.  No importaba que fuera letra por letra, palabra por palabra hasta los acentos y los signos contaban, sin embargo, en lo más profundo de su ser sabía que necesitaba al hacedor de libros para expandir la magia de su escritura. Cada noche se dormía con el anhelo de ser encontrada. Un anhelo que se guardaba en el corazón.

Aquella noche, el divino Maestro llamó a la Magia y le entregó una llave en forma de estrella y le pidió que se la llevara a donde hiciera falta. Era la llave que liberaba los anhelos. Mientras Lavi dormía, la Magia sigilosa abrió su corazón y liberó su más preciado anhelo.

Cuando los anhelos son libres para volar, se van al mundo real para hacerse visibles. Sólo era cuestión de tiempo. El encuentro era inevitable.