En el espejo cósmico una
vieja bruja y su joven aprendiz observaban una escena:
Prisionero de su mente,
un hombre estaba encadenado al tiempo. No sabía vivir en el Presente. Se había
perdido a si mismo por no querer crecer y se quedó atrapado en un laberinto llamado
pasado. La vida continuó, pero él seguía recordando solamente los mejores años de
su juventud. No probó del exquisito fruto de la madurez. Casi sin darse cuenta,
le llegó la vejez pero seguía aferrado al pasado; entonces llegó la Maestra
Enfermedad para darle la lección que nunca había querido aprender: crecer. Quizás
sería su última oportunidad de madurar. Extrañamente, dejó de hablar del
pasado, ¿habría comprendido finalmente que la vida se vive en presente? ¡No! Ahora
se angustiaba del futuro incierto que le depararía su mal. ¡Sólo había cambiado
de laberinto!
-¿Por qué no lo
ayudamos? quizás podríamos entrar al laberinto y mostrarle la salida.- Sugirió
la aprendiz.
-Mi querida niña, una
de las lecciones más duras de aprender es que no podemos andar por la vida “salvando”
a las personas. No debemos librar las batallas que no nos corresponden. Cada quien
lleva en su interior, la fuerza para combatir sus propios dragones. Yo tardé
muchos años en entenderlo pero eso me hizo sabia.-
-Entonces ¿no hay nada
que podamos hacer por él?- Insistió la joven.
-Le enviaremos unos
polvos mágicos, quizás recuerde su heroísmo dormido.- Dijo la bruja
complacientemente.
-¿Funcionará? ¿Y si no
lo hace?-
-Será su elección, no
podemos hacer nada contra el libre albedrio de las personas, es un regalo divino.
-¿Estás diciendo que
está ahí por decisión propia?-
-Así es. Ser prisionero
del tiempo es una elección, él solo se ha puesto esas cadenas pero también tiene
la llave para liberarse. Tal vez cuando el dolor doblegue su ego, surgirá la
fuerza que hasta ahora desconoce de si mismo.-
-¿Por qué aprendemos
hasta que nos duele?-
-Porque el dolor redime.-
Contestó la bruja con sabiduría.
La joven derramó dos
lágrimas. La vieja la miró con profundo amor pues sabía que el hombre en el
laberinto era su padre.
-Todavía no llega el
momento en que esta humanidad esté libre de dolor pero estamos en el proceso, la
Creación está siendo restaurada.- Explicó la bruja sin saber si la joven
comprendería sus palabras y después agregó:
-Qué no debamos entrar
en su laberinto no significa que no podamos enviarle un poderoso rayo de sanación
y todo nuestro amor.-
Ambas mujeres juntaron
sus manos sintiendo el calor de la energía sanadora y la lanzaron directo al
laberinto mientras el hombre dormía en aquella noche de luna llena.
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