viernes, 17 de enero de 2014

EL HOMBRE ENCADENADO AL TIEMPO

(Cuento corto)


En el espejo cósmico una  vieja bruja y su joven aprendiz  observaban una escena:
Prisionero de su mente, un hombre estaba encadenado al tiempo. No sabía vivir en el Presente. Se había perdido a si mismo por no querer crecer y se quedó atrapado en un laberinto llamado pasado. La vida continuó, pero él seguía recordando solamente los mejores años de su juventud. No probó del exquisito fruto de la madurez. Casi sin darse cuenta, le llegó la vejez pero seguía aferrado al pasado; entonces llegó la Maestra Enfermedad para darle la lección que nunca había querido aprender: crecer. Quizás sería su última oportunidad de madurar. Extrañamente, dejó de hablar del pasado, ¿habría comprendido finalmente que la vida se vive en presente? ¡No! Ahora se angustiaba del futuro incierto que le depararía su mal. ¡Sólo había cambiado de laberinto!
-¿Por qué no lo ayudamos? quizás podríamos entrar al laberinto y mostrarle la salida.- Sugirió la aprendiz.
-Mi querida niña, una de las lecciones más duras de aprender es que no podemos andar por la vida “salvando” a las personas. No debemos librar las batallas que no nos corresponden. Cada quien lleva en su interior, la fuerza para combatir sus propios dragones. Yo tardé muchos años en entenderlo pero eso me hizo sabia.-
-Entonces ¿no hay nada que podamos hacer por él?- Insistió la joven.
-Le enviaremos unos polvos mágicos, quizás recuerde su heroísmo dormido.- Dijo la bruja complacientemente.
-¿Funcionará? ¿Y si no lo hace?-
-Será su elección, no podemos hacer nada contra el libre albedrio de las personas, es un regalo divino.
-¿Estás diciendo que está ahí por decisión propia?-
-Así es. Ser prisionero del tiempo es una elección, él solo se ha puesto esas cadenas pero también tiene la llave para liberarse. Tal vez cuando el dolor doblegue su ego, surgirá la fuerza que hasta ahora desconoce de si mismo.-
-¿Por qué aprendemos hasta que nos duele?-
-Porque el dolor redime.- Contestó la bruja con sabiduría.
La joven derramó dos lágrimas. La vieja la miró con profundo amor pues sabía que el hombre en el laberinto era su padre.
-Todavía no llega el momento en que esta humanidad esté libre de dolor pero estamos en el proceso, la Creación está siendo restaurada.- Explicó la bruja sin saber si la joven comprendería sus palabras y después agregó:
-Qué no debamos entrar en su laberinto no significa que no podamos enviarle un poderoso rayo de sanación y todo nuestro amor.-
Ambas mujeres juntaron sus manos sintiendo el calor de la energía sanadora y la lanzaron directo al laberinto mientras el hombre dormía en aquella noche de luna llena.  

 


 

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