viernes, 24 de enero de 2014

TIEMPO DE RECONCILIACIÓN

...No, no se trataba de pegar los pedazos de nuestra historia rota, era algo mucho profundo; por eso decidí volver al laberinto, necesitaba ir a los Hornos de la Alquimia. Guardé nuestra historia hecha trozos en una bolsa de tela y bajé al Reino de lo Profundo. Fue relativamente fácil llegar pues ya conocía el camino, aunque no por eso dejaba de sorprenderme. Reconocí el lugar donde estaban mis siete hornos. Escogí uno de los que estaban vacíos y eché uno a uno los recuerdos, los hubiera, las interpretaciones, las mentiras, las cobardías, las soberbias, las suposiciones, las versiones, las expectativas, las ausencias, las creencias, hasta los olvidos.  Era tiempo de reconciliación. Revolví todo con una vara de madera que encontré por ahí y cerré la tapa. Me pinché el dedo con una aguja que llevaba pues sabía que el horno se encendía con una gota de sangre. Poco a poco la temperatura comenzó a subir, ahora sólo era tiempo de esperar. Pude haberme quedado sentada junto al horno pero debía hacer algo más. Crucé los pasillos del  laberinto hasta llegar a la Puerta de la Enfermedad que estaba abierta, parecía que una vez más, tendría algo que enseñarme, pero ahora había una diferencia, no era mi cuerpo el que estaba enfermo, alguien de mi linaje había pasado por ahí. No era mi batalla, ni quería librarla,  pero sabía que tenía la opción de ser una guía en el ya conocido lugar. Podía ser como la luz de una vela que alumbra el oscuro camino, era mi elección. Y ahí en la oscuridad,  una vez más brilló una pequeña luz, era la esperanza de escribir nuevas líneas en nuestra historia. ¿Con qué tinta escribiría al menos la parte que a mí me correspondía? La vida nos daba una última oportunidad, sería el capítulo final...

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