martes, 3 de diciembre de 2013

ELIJO, ELEGIRTE



Lavi llevaba un pergamino dorado en las manos, tenía que atravesar un largo pasillo. Como flanqueando su camino estaban algunos seres oscuros que le querían arrebatar tan preciado tesoro; también estaban la Avaricia, el Reconocimiento, la Fama y la Fortuna quienes extendían sus manos ofreciendo tentadoras ofertas para que les entregara el papiro; pero ella caminaba con los pies firmes en la tierra y la mirada al cielo. Recordó todo ese tiempo que pasó deseando ser publicada, persiguiendo premios, forzando oportunidades sintiéndose tan decepcionada y frustrada. En otro momento hubiera dado cualquier cosa por ver su sueño hecho realidad, pero el divino Maestro tenía otros planes para ella y su escritura y ahora lo comprendía. Podía sentir con su intuición la gran tentación que representaba caminar por ese pasillo pero sabía que no debía distraerse pues el divino Maestro la esperaba al final del camino. Ella tenía la libertad absoluta de detenerse, pero en esta ocasión había elegido por encima de todo al Gran Hacedor. Ya había estado demasiado tiempo perdida en laberintos engañosos. Sabía que su don para escribir bellas palabras, le había sido otorgado de lo Alto, que no le pertenecía, que simplemente se le había dado como un instrumento de sanación para sí misma y para compartirlo con los demás cuando fuera el momento preciso. Recordó también cómo su Ego había querido tener reconocimiento por esas pequeñas grandes obras que escribía con el alma; pero todo eso había quedado atrás sólo era cuestión de caminar un poco más. El ambiente se enrareció y por unos instantes dudó en quedarse por ahí, podría escoger entre varias opciones cómo siempre lo había querido. Respiró profundamente y avanzó tres pasos más. Al fondo había un espejo sobre una mesa de madera preciosa. Lavi sabía del poder de los espejos, éstos eran capaces de mostrar o bien los reflejos más luminosos o los más oscuros, entonces recordó los espejos rotos que había dejado atrás. El pergamino comenzó a brillar y Lavi asomó su rostro al espejo, pidiendo en su interior no ver algo grotesco. Para su sorpresa, apareció un hermoso cáliz que centelló cuatro veces, antes desaparecer y después apareció el rostro del divino Maestro con su mirada profundamente amorosa. Por unos instantes sus miradas se fundieron en una sola, ella era él y él era ella. Lavi se reconocía a si misma en la mirada de aquel Hombre. Su pecho se agitó y su alma se conmovió. Lavi estiró las manos para entregar el pergamino y las manos del Maestro salieron del espejo para tomarlo. Lavi se hincó ante tal manifestación de gracia divina. Jeshua, estiró el pergamino y sopló su aliento divino sobre él haciendo que las letras cobraran vida y se fueran volando.
-Estas palabras escritas con tu pluma, llegarán a los corazones atormentados y serán como un bálsamo que aliviará el dolor. Ésta es mi voluntad. Hecho está.-
Lavi asintió con la cabeza. ¿Cómo decirle no al divino Jeshua? Y solamente murmuró:

-En mi libertad, elijo elegirte.-
 Ahora sus voluntades serían una sola. Al rendirse a la Voluntad Suprema, Lavi sin siquiera notarlo, santificaba su vida.
Los ángeles y guardianes que estaban cerca  se regocijaron y todos los demás seres tuvieron que irse lejos pues en el corazón de la escribana ya no había lugar para ellos.

Sin duda, Jeshua tenía grandes planes para ella, que se irían revelando como un mapa codificado.  La Creación estaba siendo restituida y el Plan Divino estaba en marcha pero sólo quienes veían con los ojos del alma podían darse cuenta; sólo en la profundidad del silencio se revelaba esta verdad sagrada. Ahora Lavi comprendía el modo silencioso e invisible de Dios. La Paz la abrazaba y podía sonreír desde el corazón.