lunes, 28 de noviembre de 2016

EL LABERINTO DE LA NECEDAD


Aquella mujer ya llevaba demasiado tiempo perdida en el Laberinto de la Necedad. Con el alma desgarrada por el dolor, ya rayaba en la locura. No dejaba de pelearse con su historia personal, con lo que había sido y consideraba erróneo.

Había confeccionado con sus propias manos un horrible banco de madera podrida con las patas chuecas y los clavos oxidados. Era el banquillo de los acusados. Su lista de culpables, era larga.

Comenzó por sentar a su padre, después siguió con su madre, su esposo, sus hijos y todo aquel que creía responsable de su desgracia. Con su dedo inquisidor los acusaba de no ser feliz, de no tener lo que necesitaba, los culpaba de sus vacíos interiores, sus fracasos y ¡hasta de sus enfermedades! La mujer en vez de sentirse liberada, se sentía cada vez más iracunda y desesperada.

Su dolor no era ajeno para Jeshua, el Maestro del Amor quien desde su morada cósmica seguía restaurando los corazones rotos. Ese día había enviado un Rayo de Claridad al planeta azul. La poderosa luz se expandió hasta lo profundo de la tierra. El laberinto de la Necedad también se iluminó. Aquel rayo, tocó el adusto rostro de Eva quien yacía agotada en el suelo. Abrió los ojos, ya iba a maldecir aquella luz pero el calor que emanaba el rayo, la confortó. Sin saberlo, la luz cósmica había cambiado su mirada. Cuando volvió a recordar su historia personal se dio cuenta de que algo era diferente. De pronto las voces estridentes se habían callado, no sentía la necesidad de cambiar nada. Se dirigió al banquillo de los acusados y casi con horror recordó sus juicios y condenas. El tiempo dejó de ser lineal. La imagen del Crucificado apareció en su mente, sintiendo como si cada uno de sus juicios hubiera sido un martillazo para clavarlo en esa cruz. “No puede ser” pensó. Cayó de rodillas con el orgullo vencido, avergonzada de su actuar y de su ceguera. Lloró hasta vaciarse. El Maestro del Amor con su infinita paciencia la miraba, sabía que en el fondo de la desesperanza, los humanos daban “el giro”.

Eva ya había tocado fondo, su dolor era insoportablemente putrefacto, veneno puro para su alma.

-         ¡Ya ha sido demasiado!- Exclamó con rendición.

 
-         Sólo tú puedes salir de este laberinto.-  Dijo un ser alado que apareció de repente, señalando una puerta.

La mujer comprendió que si no salía por su propia convicción, quedaría atrapada para siempre. Se arrastró como pudo pues poca fuerza le quedaba. Llegó a la puerta y la empujó débilmente. Lo que vio la llenó de Asombro.
 La Sabiduría Divina siempre recompensa a quienes tienen el valor de salir de los laberintos. Su corazón latió con fuerza. Se puso de pie y caminó hacia el futuro donde el Maestro del Amor la esperaba con los brazos abiertos.
El encuentro era impostergable.
 
Texto de Vianey Lamas.

Imagen de Leonora Carrington

jueves, 17 de noviembre de 2016

GRANOS DE MOSTAZA


Aquella mujer estaba hecha una furia. Por donde quiera que pasaba dejaba una estela de enojo. Bastaba cualquier insignificancia para provocar su disgusto. Un viejo búho la observaba desde la rama de un árbol que en el jardín, vivía. Aquella mañana de otoño, la mujer había dejado abierta la ventana de la cocina, después de haber preparado de mala gana el desayuno. El ave aleteó un poco y se posó en el quicio. Menudo brinco pegó la mujer al ver un búho entre las macetas que adornaban su cocina.

-          A veces estamos furiosos para no tocar la tristeza profunda de nuestras pérdidas.- Dijo el ave.

Lejos de sorprenderse porque el ave podía hablar, la mujer puso mucha atención a lo que el búho tenía que decirle.

-          ¿No te sorprende que te hable?-

-          No, de hecho yo solía creer en la fantasía, en los mundos mágicos y en todas esas tonterías.- Explicó la mujer con un tono nostálgico en su voz.

El ave lejos de ofenderse, soltó una discreta risa.

-          La fantasía es mucho más real que tus conflictos.-

-          Parece que todo lo que hago, fracasa.-

-          Todo son experiencias, simplemente querida.-

-          Odio “esto” en lo que me he convertido. De repente mi vida dio un giro abrupto e inesperado. Quise decir “sí”, pretendí no resistirme, pero la verdad es que estoy furiosa.-

El ave guardó silencio como esperando las quejas de la mujer.

-          Me cuesta mucho aceptar los cambios y más si son tan drásticos. Sé que son temporales pero yo estaba tan a gusto en mi mundo conocido.-

-          Ya no podías quedarte donde estabas, la vida te tiene preparada muchas sorpresas.-

-          Quisiera creerte pero estoy tan cansada de esperar. Mi brújula está perdida.-

-          Para la Gran Sabiduría, nada está perdido.-

-          Cansada de volver al mismo punto, a los mismos laberintos y encontrar las mismas sombras. ¡Carajo! Encontrar a la misma tristeza de siempre. ¿No se supone que ya estaba del otro lado de la ventana?-

-          Lo estás querida.-

Tan ofuscada estaba la mujer, que no escuchó la respuesta.

-          ¿De qué ha servido todo mi andar, todo mi trabajo, mi intención, mis letras?  Parece que todo ha sido en vano.-

El ave aleteó y con el movimiento de sus alas, se formó una bella imagen. Efectivamente era una ventana a través de la cual se veía un hermoso jardín. Bajo la sombra de un granado, había una mesa redonda y una silla aterciopelada. Una taza de humeante té estaba listo junto con un papiro, una pluma y unas tintas.

-          Estás del otro lado la ventana pero sigues mirando al pasado, sólo tienes que girarte. ¿Lo recuerdas?  Toma tu lugar, escribana del alma. Deja de distraerte con cosas que no te corresponden. Para dar el gran salto cuántico, tu escritura requiere toda tu atención.-

-          Una vez sentada bajo el granado, recibirás una nueva inspiración.

-          Es demasiado hermoso…

-          ¿Para ser real?-

-          El ave levantó el vuelo.

-          Espera, ¡no te vayas! No me dejes así.-

La mujer sintió un nudo en la garganta, se daba cuenta de su resistencia, de su jaloneo, de su necedad por hacer su voluntad. Una vez más se sentía de espaldas a la Divinidad quienes amorosamente la observaban.

El ave volvió con unos granos en su pico y los colocó cerca de la mujer.

-          -¿Qué es esto?-

-          Granos de mostaza.-

La mujer sabía  lo que significaban.

-          Necesito FE ¿cierto? ¿Ellos te enviaron verdad?-

-          Nunca has estado sola mi querida Lavi. Eres la suma de tus aprendizajes incluidos lo que llamas “fracasos”. NADA ha sido en vano.-

Fue lo último que dijo el búho antes de emprender el vuelo. La mujer tomó los granos de mostaza y los sembró en una de sus macetas.

Aunque no era época de siembra sino de cosecha, las semillas de mostaza tenían la capacidad de florecer en cualquier época del año, sólo necesitaban un corazón fértil para germinar y esta mujer tenía un Gran corazón y una sensibilidad digna de los Grandes Artistas.

Ya faltaba poco para que se reconociera a sí misma con todo lo que la conformaba.
 
                                                                Imagen de internet

LA VOZ SILENCIADA

El dolor de la voz silenciada, era ya insoportable.
Atolondrada y entumecida salió de su oscuridad,
comenzó a subir por la garganta.
Insuflada de aire tomó forma y no calló más.
Se volvió gemido, alarido, grito, reclamo y
después ascendió para convertirse en canto.
Le cantó a su alma y ésta reconoció su voz.
Juntas se quedaron hasta volverse melodía.

                                                                 Imagen de internet.