viernes, 20 de octubre de 2017

ESPÍRITU DE SAMURÁI


En una tierra muy lejana, aquel ancestro depositó bajo el cerezo, la fuerza de su espíritu samurái.

La gran fuerza penetró las raíces y al árbol le crecieron muchas ramas. Nuestro linaje. Cualquier descendiente, podría tomar el gran regalo. Misteriosamente algunos lo hicieron, otros no pudieron.

Pasaron varias generaciones. Nació mi abuela y a su tiempo, mi padre. Ramas muy cercanas.

Yo fui una rama olvidada pero no se puede “despertenecer” al árbol del Origen. Cuando voltearon a verme ya había crecido. En el olvido, tomé la fuerza del espíritu samurái. Y yo creyéndome ¡tan débil! Esperando ser rescatada. Toda esa fuerza permanecía dormida en algún lugar de mi mundo interno.

Un día caminando por un hermoso jardín me encontré con un hombre sabio que me mostró en un espejo mágico lo que yo llevaba dentro. Me gustó lo que miré. Corrí a contarle a mi padre, pero se me olvidó que yo era una rama olvidada.

Tomé la Fuerza y me fui. Ella me llevó a lugares insospechadamente altos, donde pude mirar en perspectiva. Observé el frondoso árbol de nuestro gran linaje y por primera vez, la gratitud fue más grande que el dolor de haber crecido en el olvido.

Honro y agradezco a aquel ancestro que depositó bajo el cerezo, la fuerza de su espíritu de samurái.
 
 

Vianey Lamas,
hija de Alejandro,
hijo de Esperanza,
hija de Waichiro Kobashi.