miércoles, 6 de mayo de 2015

A MI HIJO


Cajones vacíos que me recuerdan tu ausencia, que me cuentan historias, que me roban lágrimas.

Como en una película veo en imágenes los últimos meses que pasamos juntos. Sonrío.

Tu cuarto comienza a oler a nostalgia.

A ratos te extraño.

A ratos imagino que andas por ahí,

que llegarás a comer o que volverás al anochecer.

A ratos llega la tristeza y me toma en sus brazos.

A ratos olvido que te has ido lejos.

Y vuelvo a ver el vídeo que nos dejaste

y el corazón se me contrae para luego expandirse.

Me lleno del vacío que dejaste.

Mentiría si dijera que tengo el corazón roto, sólo se encoge un poco cuando no te oigo cantar ni veo tu tiradero en mi cocina.

Ya no tendremos sobremesas filosóficas bebiendo té chai mientras tratas de explicarme a Cortázar.

Ya no te contaré lo extraña que me siento al escribir de política.

Ya no sabrás en qué termina el cuento del Dinosaurio.

Y entonces me voy al Refugio de mis Letras y una vez más,

la escritura me salva.

Tomo la pluma y el papel. Llega una nueva inspiración. Las palabras salen y me leo entrelíneas. Mi alma se purifica. Hago alquimia. Y extrañamente  descubro que no hay guerra en mí, sino Aceptación.

Es como vivir un duelo al revés, es curioso.

Siento fortaleza, estoy en el camino andado por todas las madres que ya soltaron. No estoy sola. Percibo a mis ancestras cerca. Escucho su canto. “El mundo necesita de su heroísmo”.

Me dejo mecer en este mar calmo de emociones.

No hay tormenta, sólo un suave oleaje que me lleva y me trae por mis recuerdos y luego me devuelve al momento presente.

Siento una profunda gratitud por haber servido a la VIDA
a través de mi maternidad y vuelvo a mi centro.

 Siento PAZ.

Vuelvo al AMOR que nos conecta y te siento tan cerca aun en la distancia.

Y vuelvo a ver los cajones vacíos que me recuerdan tu ausencia, que me cuentan historias pero ahora me roban incipientes sonrisas.