Cajones vacíos que me recuerdan tu
ausencia, que me cuentan historias, que me roban lágrimas.
Como en una película veo en
imágenes los últimos meses que pasamos juntos. Sonrío.
Tu cuarto comienza a oler a
nostalgia.
A ratos te extraño.
A ratos imagino que andas por ahí,
que llegarás a comer o que volverás
al anochecer.
A ratos llega la tristeza y me toma
en sus brazos.
A ratos olvido que te has ido
lejos.
Y vuelvo a ver el vídeo que nos
dejaste
y el corazón se me contrae para
luego expandirse.
Me lleno del vacío que dejaste.
Mentiría si dijera que tengo el
corazón roto, sólo se encoge un poco cuando no te oigo cantar ni veo tu
tiradero en mi cocina.
Ya no tendremos sobremesas filosóficas
bebiendo té chai mientras tratas de explicarme a Cortázar.
Ya no te contaré lo extraña que me
siento al escribir de política.
Ya no sabrás en qué termina el
cuento del Dinosaurio.
Y entonces me voy al Refugio de mis
Letras y una vez más,
la escritura me salva.
Tomo la pluma y el papel. Llega una
nueva inspiración. Las palabras salen y me leo entrelíneas. Mi alma se
purifica. Hago alquimia. Y extrañamente descubro que no hay guerra en mí, sino
Aceptación.
Es como vivir un duelo al revés, es
curioso.
Siento fortaleza, estoy en el camino andado por todas las madres que ya soltaron. No estoy sola. Percibo a mis ancestras cerca. Escucho su canto. “El mundo necesita de su heroísmo”.
Me dejo mecer en este mar calmo de
emociones.
No hay tormenta, sólo un suave
oleaje que me lleva y me trae por mis recuerdos y luego me devuelve al momento
presente.
Siento una profunda gratitud por haber
servido a la VIDA
a través de mi maternidad y vuelvo
a mi centro.Siento PAZ.
Vuelvo al AMOR que nos conecta y te
siento tan cerca aun en la distancia.
Y vuelvo a ver los cajones vacíos
que me recuerdan tu ausencia, que me cuentan historias pero ahora me roban incipientes
sonrisas.
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