domingo, 12 de junio de 2016

UN CUENTO JAMÁS CONTADO




Había una vez un cuento que jamás había sido contado. Escrito a dos tintas, de oro y plomo esperaba el tiempo para ser leído. Cyrano, su misterioso autor se había marchado lejos después de terminarlo, así que no habría a quien preguntarle en caso de alguna duda.

El cuento tenía la Sabiduría de los ancestros, el poder transformador de la Alquimia, el Consejo de los ancianos, la Magia de brujas y magos, la Poesía de la luna y la Fantasía del Mundo de los Símbolos. Podía ser interpretado de tantas formas diferentes, dependiendo de los ojos del lector. En un primer plano, parecería solo un conjunto de  bonitas palabas pero para quien era capaz de leerlo en un segundo plano, se revelaría en toda su profundidad.  Estaba lleno de personajes, objetos y lugares extraordinarios.

Quien quiera que lo leyera entraría a un mundo imaginario donde todo tiene un sentido profundo, donde las verdades sagradas son reveladas y donde no hay cabida para el reclamo.

 El protagonista del cuento era el mismo lector. La trama, su propia vida y las hojas en blanco, su destino. Podría recapitular su vida en cuestión de minutos con sólo echar un vistazo. No podría modificar los hechos pero si podría cambiar la mirada poniéndose los lentes mágicos que giran como caleidoscopios.

De las conversaciones con el Vagabundo podría obtener un poco de sana locura, de la bruja beber una pócima y del mago tener una espada o un mapa.   En el descenso al inframundo ganaría humildad y valor. En los laberintos tendría la oportunidad de encontrarse con su sombra y dejar de temerle. En el espejo sería capaz de ver sus reflejos, oscuros y luminosos. Podría enfrentar a  sus demonios más temidos y darse cuenta de que no tienen sustancia. En el fuego sagrado podría quemar lo caduco y putrefacto para renacer de las cenizas. En la Torre ganaría una perspectiva diferente. Podría probarse los mil disfraces y saber que ninguno le pertenece porque la desnudez del alma da ligereza para volar como las aves.

Podría convertirse en rey o mendigo, en  musa o esclava,  en canción o estridencia. Podría honrar las pérdidas y comenzar a callar los gritos de su ego para escuchar los susurros de su alma. Aprendería que nunca está solo y que el valor de la vida radica en su travesía. Conocería el hilo invisible del amor que entreteje todo y a todos.

Y cuando el lector terminara de leer el cuento sabría que: Un poco de magia puede tocar su vida y hacerlo volver a CREER. Y entonces miraría con la inocencia de un niño, actuaría con la madurez de un adulto y amaría con la sabiduría de un viejo y este sería un mundo mejor.

                                                              Imagen de internet







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