El
invierno es ya inminente. La temperatura desciende. Es el tiempo en que las
semillas se guardan en la tierra y parece que todo muere. Las hojas de los
árboles desaparecen y el paisaje cambia. Las luces artificiales están por todas
partes, nos perdemos en el ajetreo de las compras, surgen también los sentimientos
encontrados y en medio de todo esto, el vaivén de la gente es a veces
insoportable.
Y
es ahí donde te encuentro, sentado en una banca del centro comercial mientras
esperas a alguien. Me siento junto a ti.
-
No sólo se trata de una celebración o de
compartir los alimentos.- Te digo.
Me
miras con extrañeza.
-
¡La Navidad! Es algo mucho más profundo.-
-
A mí me hace sentir nostalgia.- Me dices.
-
¡Ah! Entonces para ti es este regalo.- Te
digo al tiempo que te entrego una pequeña puerta de juguete.
-
¿Qué es esto?-
-
La puerta de la Magia y la Fantasía..-
Curiosamente,
la tocas con tu dedo índice y una ráfaga de viento nos envuelve. Cuando nos
recuperamos ya estamos en una tierra muy lejana. Caminamos desconcertados, de
pronto una gran estrella se postra sobre nosotros iluminando nuestros pasos. Vemos a la distancia una multitud congregada
alrededor de un pesebre. Nuestros corazones dan un vuelco.
-¿Será
posible?- Me preguntas con la inocencia de un niño.
Nos
acercamos con Asombro. Huele a incienso y mirra. Tres viejos sabios acaban de
entregar sus cofres en señal de adoración al pequeño niño envuelto en trapos,
quien reposa sobre un montón de paja. Su madre, lo mira con embeleso y su padre,
con orgullo. Nos quedamos mirando al recién nacido. Parece como si toda la
Creación estuviera en él contenida. Sus ojos parecen contar una larga historia.
Su vida humana apenas comienza aunque ya existía antes de todo. “Al principio ya existía la Palabra”. “La
Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios”. Imposible para la razón de
comprenderlo, por eso le han llamado “El Misterio de la Encarnación”. “La
Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”. ¡Sí! La Divinidad compactada
para acortar la distancia, para acercarse a nuestro quebranto y oscuridad, para
restaurar nuestros corazones rotos y trazar el camino de vuelta. ¡El Amor en su
máxima expresión! Un rayo de luz desciende y nos envuelve a todos. Nos sentimos
bañados de Esperanza. No importa lo confundidos que estemos en la oscuridad de
nuestros laberintos, el Amor de ese momento se hace eterno y nos conforta aquí
y ahora. ¡Es un mito vivo!
El niño crecerá y habitará en su morada
cósmica para seguir restaurando la obra quebrantada que representa la raza
humana, hasta el final de los tiempos.
Otra
ráfaga de aire nos hace cubrir el rostro. Regresamos al centro comercial. Nos
miramos sin decir nada.
Hemos
recobrado el simbolismo profundo de la festividad: ¡Volver a nacer en el amor!
Y aunque no te conozco te abrazo y te deseo luz en tu camino. Tú me abrazas y
me dices: ¡Feliz Navidad!
Imagen tomada de internet
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