¿Qué pasaría si un día me diera cuenta de que lo que
he creído no ha sido real?
¿Qué pasaría si dudara de lo que he creído? ¿Y si
creyera en lo que he dudado?
¿Qué pasaría si le devolviera sus heridas a quién le
corresponden?
¿Qué pasaría si dejara de cargarme historias que no
me pertenecen?
¿Qué pasaría si honrara mi Origen en el fondo sin
importar la forma?
¿Qué pasaría si tomara del alma de mis padres
dejando a un lado su personalidad que me enfada?
¿Qué pasaría si comprendieran que mis padres se
perdieron también buscando la mirada de sus propios padres?
¿Qué pasaría si dejara de querer acomodar la
historia de mi nacimiento a mi idealización?
¿Qué pasaría si simplemente comenzara a hacer las
cosas de diferente manera?
¿Qué pasaría si me permitiera reír o llorar sin
motivo, sin explicaciones?
¿Qué pasaría si dejara de cargar el pasado y anhelar
el futuro?
¿Qué pasaría si el único equipaje que cargara fuera “el
aquí y el ahora”?
¿Qué pasaría si descubriera que mi propia alma es la
autora del guión magistrtal que representa mi vida?
¿Qué pasaría si recordara que el regalo más preciado
es el “libre albedrío?
¿Qué pasaría si recogiera mi energía creativa y
creadora que he dejado dispersa en situaciones, conflictos, personas, tiempos y
lugares?
¿Qué pasaría si silenciara la voz de mi pequeño gran ego y escuchara el canto de mi alma?
Seguramente volaría libre con las alas bien
extendidas y disfrutaría cada instante el vuelo del SER y de tanto volar,
alcanzaría el cielo de donde una vez descendí…
Imagen de Aimee Stewart
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