¡OH!
Muerte irreverente que te haces presente entre nosotros...
¡OH!
Muerte misteriosa que nos inundas de dudas...
¡OH!
Dama negra de misión funesta que nos dejas sólo un cuerpo despojado del aliento
divino para velarlo y llorarlo...
¡OH!
Muerte irreversible que me gritas que ya nada será igual... me aturdes, me
confrontas, me provocas; casi me haces desfallecer pues mi corazón desgarrado
se siente vencido por el dolor...
¡OH!
Muerte silenciosa que no escuchas mis reclamos, ni respondes mis preguntas, ni
consuelas mi clamor...
Y sin
embargo en una irónica paradoja eres tú la que validas la vida, pues en su
fugacidad radica su valor. Tú que hoy me haces llorar con un dolor profundo,
eres la misma que me obliga a vivir mi vida con intensidad, a buscar la
felicidad a cada instante.
Sólo
tú tienes el poder de unificarnos, muerte imparcial y justa, contigo acaba toda
división, al final eres un instrumento de unión sagrada.
Irremediablemente,
todos tenemos una cita contigo... Tú nos ofreces un espacio sagrado de
rendición donde necesitamos más fuerza para dejarnos ir que para sujetarnos...
señora de las ironías que nos tomarás algún día de la mano para llevarnos a un
viaje misterioso, solitario y personal... Y mientras llega ese momento ¡hemos
de vivir intensamente!
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