Hace tiempo que mi oscuridad ya no me asusta.
Recuerdo mis primeros descensos al inframundo
desgarradores, apabullantes, tormentosos.
Encontré recuerdos enmohecidos,
disfraces desgarrados,
máscaras rotas,
creencias caducas,
prejuicios inservibles,
espejos rotos
y una pluma abandonada.
¡Dolió tanto que creí que dolería para siempre!
No sé cómo ni cuándo,
quizás me acostumbré a la oscuridad
y entonces comencé
a ver la luz.
Descubrí que detrás de todo,
había también
tesoros escondidos.
Todo eso que no quería ver
pero que también soy.
Soy la pecadora y la redimida
Soy
oruga y mariposa
Soy espejo y añico
Soy luz
y sombra
Soy
risa y llanto
Soy
canción y estridencia.
Soy musa y prisionera
Soy reverencia y
osadía.
Soy pecado y redención
Soy
celeste y terrena
Soy
salvaje y mística
Soy
poetisa y poesía.
Soy
tinta y tintero
Soy
palabra y verbo
Soy
misterio y revelación
Todo
eso lo aprendí en mis descensos al inframundo.
Hace
tiempo que mi oscuridad ya no me asusta.
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