Olvido la vida por vivir en muerte,
Olvido el gozo por sentir el dolor,
Olvido la alegría por creerme el drama,
Olvido el presente por recrear el pasado.
No supero las pérdidas ni termino los duelos,
eternalizo mis dramas y mi dolor.
No cierro los ciclos, dejando las heridas abiertas.
Me quejo, siento y resiento.
Cuando miro el calendario,
han pasado los años, media vida quizás.
Y me aterra que se me acorta el tiempo
¡La cercanía de la muerte me recuerda
lo poco que he vivido!
Y entonces te encuentro…
Crucificado y herido,
me lleno de conmoción.
Tú sufriste hasta el extremo para mi Redención.
¿No debería simplemente AMAR?
Resucitar de mis propias muertes…
Abrazar el Misterio que envuelve tu vida, muerte y
resurrección.
Simplemente orar, servir y confiar.
Aun clavado en esa cruz tu mirada compasiva no cambió.
En la más densa oscuridad de la crueldad humana,
pediste por nosotros,
entraste en nuestro quebranto para restaurarlo de
raíz.
Abriste un espacio sagrado para postrar tu divinidad
en la Tierra y
con tu bendita sangra sellaste el Pacto.
Dejaste el camino trazado,
ahora nos toca, seguir tus pasos.
Cada quien a su manera.
La mía es con una pluma en la mano,
las palabras brotan,
se escriben a sí mismas.
Me convierto en escribana y sierva,
Y me ilumino con la luz de tu Resurrección
para resucitar de mis propias muertes.
Imagen tomada de internet
No hay comentarios:
Publicar un comentario