Aquella
mujer ya llevaba un tiempo en el Valle del Asombro acompañada del hombre de la
túnica blanca. Él le estaba enseñando a mirar con contemplación. Aunque era difícil
no juzgar muchos de los eventos y de las situaciones que se veían desde ahí,
ella estaba aprendiendo. Comenzaba a sentir una paz profunda.
Esa
tarde, Lavi se quedó mirando un camino sinuoso y muy largo que despedía brillos
multicolores.
-
¿Qué es aquel camino, Maestro?- Preguntó
con curiosidad.
-
Ése mi querida Lavi, es tu camino andado.
Si quieres verlo más de cerca, podemos descender un poco.-
El
camino en verdad era muy largo, había tramos donde estaba truncado por troncos
de gran tamaño, también tenía varias bifurcaciones y pedazos de tierra árida.
La mujer recordó todos los obstáculos a los que se había enfrentado en el
pasado. Recordó su sueño roto. Tenía que reconocer que todavía dolía un poco.
Se quedó mirando con contemplación y entonces notó que el suelo estaba lleno de
letras de todos tipos y tamaños que emanaban luces de colores.
-¡Todo
el camino está lleno de letras!- Exclamó.
El
Maestro la observaba con una amorosa mirada.
-Eso
quiere decir que...-
-El
don que te dimos nunca te ha abandonado. -
-
¡Y que todo ha valido la pena!-
La
mujer se hincó frente a su camino andado para honrarlo. Ya no importaba lo
doloroso que había sido levantarse después de las caídas. Lo que importaba
ahora era que estaba de pie y en compañía del Amado Maestro.
-Reconocer
tu camino andado es un paso muy importante.-
-¿Cómo
pude no reconocerlo antes?-
-Porque
tus heridas estaban demasiado abiertas y el dolor te cegaba.-
Lavi
se sentía conmovida. Sin poder evitarlo, preguntó:
-
¿Qué sigue para mí, Maestro?-
-
Lo sabrás cuando avances, por lo pronto te
diré que ya estás lista para ver los anhelos de tu corazón, materializados. Has
sido muy perseverante y valiente, no cualquiera desciende tantas veces a sus
laberintos. –
-
Tú has estado conmigo infundiéndome valor.-
-
Hoy tienes otra perspectiva de la vida,
más profunda y compasiva.-
-
Maestro, te quiero pedir un favor.-
-
Dime.-
-
No me dejes. Aunque mi camino esté lleno
de dulces promesas, de esperanza y sorpresas. No quiero hacerlo sin ti. Venga
lo que venga, quiero vivirlo en tu compañía.-
Los
ojos de la mujer se llenaron de lágrimas y por un instante sus ojos grises
llenaron de un azul profundo. Tan azul como el cielo que estaba por surcar.
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