lunes, 11 de abril de 2022

SIN RITOS


Mis primeros escritos fueron para Jesús crucificado. Me movía el corazón imaginarlo ensangrentado en una cruz. Iba en la secundaria en una escuela de monjas. En aquella etapa de mi vida, me identifiqué con el dolor y el sufrimiento que antecedieron su muerte. No recuerdo haberle dado importancia a su resurrección. Las iglesias me reforzaron esa idea una y otra vez. Tuvieron que pasar muchos años para que pusiera mi mirada en la Pascua y otros tantos, para que empezara a cuestionar. ¿Qué sentido tenía recrear una y otra vez el dolor de Jesús? ¿Qué provecho tenía quedarse en las heridas de la infancia?  

Estuve muchos años en terapia, pero llega un punto en que la psicología se topa con un límite. ¿Qué había más allá del entendimiento de las heridas? Tenía que haber un sentido profundo, algo más allá de lo tangible. Así fue cómo comencé mi camino espiritual. Sostengo que todos los seres humanos estamos, tarde o temprano, llamados a eso. A escuchar la voz interior y la guía intuitiva. Estamos llamados a regresar al  AMOR.

Hoy mis creencias han cambiado, siento que tratar de explicar a Dios es imposible, porque es inefable. ¿Qué es Dios? Un señor, un padre, una mente, una inteligencia, una fuerza creadora, un todo, una energía, un poder superior. No lo sé. Las palabras no alcanzan para explicar el misterio de la Creación y de la Vida. Sólo son intentos y esos intentos crearon las religiones, pero es mentira que unos somos infieles y otros son leales. Es mentira que vamos a arder en un infierno y a pagar por nuestros pecados. No pretendo convencer a nadie ni que estén de acuerdo conmigo, solo quiero decir que prefiero elegir el Amor. Sólo el Amor. Sin ritos, ni ofrendas, sin el peso de una historia lastimosa repetida por más de dos mil años. Si voy a evocar a Jesús que sea como un guía, un amigo, un ejemplo, un camino, una huella indeleble, un maestro compasivo cuyos pasos quiero seguir, un susurro de paz que me invite a regresar al Amor.  Hoy quiero dejar de escuchar los dogmas que fabricaron los hombres, liberarme de la rigidez de las creencias. Sólo quiero escuchar a Dios como hacía Jesús cuando oraba en silencio. Tocar la paz que él alcanzaba, para crucificar al ego y abrazarlo todo.


                                                            Imagen tomada de internet

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