He deambulado en este mundo con la añoranza de tu Amor. Me perdí entre laberintos y espejos rotos buscando lo que ya llevaba dentro. Me sentí tan diminuta como una mota de polvo y tan insignificante como un grano de arena, exigiendo a otros llenar el abismo que yo misma cavé por percibirme lejana y separada de ti.
Reclamé a mis padres en vez de agradecerles la Vida. Me creí la historia de abandono cuando en
realidad, era el humus para una vida fecunda; el detonante de una épica que
iniciaba con una búsqueda. La duda me habitó…
Hoy, no necesito morir para sentir la Vida eterna si tu
Presencia toda Abarcadora ocurre aquí y ahora en cada respiración, en cada pulsación
del corazón. Ya no eres un Dios lejano ni distante, ahora te siento tan cerca y
tan dentro. Si el abandono ha de ser mi estigma en esta encarnación, entonces me
abandono en tu amor. Haz de mi corazón, tu morada…
El patriarcado ya no hace eco en mi memoria. No voy a
llamarte “Señor”, ni “Padre”; cualquier título es impropio y tan inadecuado. ¡Si eres inefable! Ha sido nuestra necesidad
humana nombrarte; achicarte para que quepas en nuestro diminuto entendimiento, sin embargo, no quiero entenderte. De ahora en
adelante solamente quiero experimentarte.
Hazme sentir el Misterio de tu Amor. Llena mi vida de
sentido y significado. ¡Qué no deseé otra cosa que servirte con mis letras!
Toma mi pluma y escribe… que mi corazón sabrá leerte
entre líneas.
Encontrando la escritura en la luz divina !
ResponderEliminar