Querida Incertidumbre:
Llegaste
este año y me da la impresión de que no piensas marcharte pronto. Parecías disfrutar con mi
angustia cada vez que te preguntaba ¿hasta cuándo? ¿hasta cuándo vas a
quedarte? Tu sonrisa irónica era la única respuesta. Casi lograste que mi
sistema nervioso colapsara. Me empujaste hasta el borde de un abismo negro. Fue
entonces cuando empecé a inhalar y exhalar…inhalar y exhalar…inhalar y exhalar.
Supongo que no me conoces, pero soy de esas personas que les gusta cuestionar y
no se queda conforme con cualquier respuesta. Argumento, debato y me gusta tener
la razón.
Simplemente llegaste un
día de mayo sin ser invitada. Y desde entonces me observas desde el sofá donde
decidiste acomodarte ¿Acaso eres muda?
¡Un momento! ¿Acaso me
hablas en el Silencio? Te miro de frente y me pierdo en tus ojos tornasoles que
giran como caleidoscopios. ¡Estás llena de posibilidades! Veo un mapa de lugares
inexplorados. ¿Acaso pretendes que los transite? De hecho, me forzaste ya a
caminar por algunos senderos bastantes espinosos. ¡Estoy tan cansada! Pido una
tregua. ¿Quién te envió a mi vida este año? ¡Yo tenía otros planes!
De pronto tu presencia se
siente más liviana, casi percibo un abrazo etéreo. No, no eres mi enemiga. Eres
un oráculo extraño. No respondes a mis dudas, pero me obligas a buscarlas en mi
interior. Me has traído a un espacio liminal que he dejado de temer.
Debo admitirlo, he tenido
varias Revelaciones. Los sucesos me han transfigurado. Estoy en medio de la que
fui y de la que seré. ¿Sabes que conservo? Mi corazón sensible, que ahora además
es resiliente. Corazón que tuvo el valor de no acorazarse para seguir escribiendo.
Hoy tomé mi pluma, después
de algunos meses, para dirigirte estas líneas. Has dejado de incomodarme.
Puedes quedarte en el sofá el tiempo que quieras. Hace frío. Me sentaré junto a ti y beberemos
chocolate caliente mientras el invierno llega…

No hay comentarios:
Publicar un comentario