Allá en el
Mundo de los Símbolos donde los mitos y las leyendas habitan, había gran júbilo.
El mito más
hermoso, estaba por contarse una vez más. El invierno había llegado. Los
árboles ya sin hojas dibujaban un paisaje que aparentemente carecía de vida,
sin embargo, las semillas se guardaban en la tierra. Era tiempo de
introspección, nostalgia y esperanza.
El mito se
vistió de gala. Había sido contado una y otra vez desde tiempo inmemorial.
Tenía un lugar en todas las cosmogonías y mitologías. Le gustaba escucharse a sí mismo porque en
cada narración o representación, la Inocencia renacía.
El quebranto y el alejamiento por un instante
se olvidaban, porque en cada corazón resonaba el Santo Recuerdo de Dios y con
él, su plan perfecto de amor para la humanidad.
Cierra los
ojos. La imagen nos llega como un regalo. ¿Puedes verla? El brillo de una gran estrella
nos guía. A lo lejos vemos un pesebre, nuestros corazones vibran. Nos acercamos
con Asombro. Huele a incienso y mirra. Tres viejos sabios acaban de entregar
sus cofres en señal de adoración al pequeño niño envuelto en trapos, quien
reposa sobre un montón de paja. Su madre, lo mira con embeleso y su padre, con
orgullo. Nos quedamos mirando al recién nacido. Parece como si toda la Creación
estuviera en él contenida. Sus ojos parecen contar una larga historia. Su vida
humana apenas comienza aunque ya existía antes de todo. “Al principio ya existía la Palabra”. “La
Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios”. “La Palabra se hizo carne y habitó entre
nosotros”.
-
Es tiempo de restaurar la Creación.- Le dijo el
Padre.
-
Nuestras voluntades son una sola.- Contestó el Hijo quien
habitaba en su corazón.
-
Ya es tiempo de que encarnes. Descenderás al Mundo
de la Dualidad. Serás un emisario del Amor. Tu mensaje será tanto comprendido
como rechazado. Tu nacimiento marcará la Historia, con este acto nos acercamos
al quebranto de la humanidad para restaurarla.
Te revisto
con el don de los Milagros. Los obrarás en mi nombre. Trazarás el Camino de
vuelta a mí. Mi Paz, inmutable y eterna te acompaña.-
-
Estoy listo.-
-
Ella ya dijo “sí”.- Agregó el Arcángel Gabriel quien
había estado mirando la escena.
Un hálito sopló.
La Divinidad entonces se compactó y en un rayo de luz, descendió al bendito
vientre de María quien ya había albergado en el seno de su amor, el divino
plan.
Jeshua,
nació en tiempo y forma. Llegó acompañado de la Verdad y la Voluntad divinas. La
Gracia nunca lo abandonó. Su misión apenas comenzaba.
Su
nacimiento se volvió mito para preservar el Santo Recuerdo de Dios que latía en
su corazón. El recuerdo que sólo se escucha en el Silencio Reverente, cuando
las fiestas terminan y los oropeles se rompen.
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