jueves, 21 de mayo de 2020

COMPLICIDAD


Volví a verlo después de treinta y dos años. No había cambiado mucho, quizás su pelo ahora estaba totalmente encanecido. Conversamos durante horas bebiendo café. La charla fue fluida tratando de ponernos al día. Fue inevitable evocar los recuerdos de cuando estábamos juntos. Fue el quien me introdujo a la literatura. Aquel libro de Khalil Gibran tocó mi alma adolescente. Además, era un tanto filósofo, decía cosas que en ese tiempo yo no entendía, pero me caía bien. Era simpático y amable. Fue un padrastro decoroso. Cuando se casó con mi madre puse mis esperanzas en que juntos formaríamos una familia. De esa unión nació mi querido hermano. El matrimonio fue breve. Recuerdo el día en que él no llegó a dormir y después de eso mi madre simplemente lo echó de la casa y de nuestras vidas. La tarde que regresó por sus cosas, estábamos solamente mi hermano y yo. Me pidió perdón por no cumplir su promesa y se despidió de su hijo quien dormía en una cuna. 
No volví a verlo hasta esa tarde lluviosa. El destino había hecho que viviéramos en la misma localidad. El reencuentro con su hijo había ocurrido poco antes. Se conocieron, platicaron y bebieron tequila. Intentaron llevar una relación, pero es complicado. En cambio, para mí fue muy fácil conectar con él emocionalmente. Extrañamente no le guardaba ningún resentimiento. Por el contrario, fue como si hubiera recuperado algo muy amado que creí perdido. Sé que a él pasó lo mismo. Nuestros primeros encuentros fueron para comentar la situación entre él y mi hermano. Yo tenía la misma historia con mi propio padre, a quien también reencontré después de veinte años. Podía entender y sentir por lo que estaban pasando y le brinde mi consejo. Pero como la vida no es un cuento de hadas, la reconciliación entre ellos ha tenido sus altibajos. Después de entrometerme durante un tiempo, me di cuenta de que sólo ellos podrían reducir o no la distancia emocional. No era asunto mío.
Lo he vuelto a ver un par de veces, ya no tocamos el tema de mi hermano. Simplemente charlamos como dos buenos amigos. Disfruto mucho su compañía. Le cuento sobre mis proyectos literarios. Él dice que quiere escribir su biografía incluyendo uno que otro pirata. Y aunque no soy experta, con gusto le comparto mi experiencia en este camino de la escritura.
Nadie sabe de nuestra complicidad. Lo que tenemos él y yo es especial. Una vez nos cuestionamos porque teníamos este vínculo; no era lógico siguiendo la historia de separación y abandono, sin embargo, no encontramos la respuesta.
No hace falta.


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